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En Lucas, cuando Jesús llama a sus primeros discípulos, les explica lo que debe caracterizar su vida a partir de ese momento

Es La primera vez que Jesús llama a sus primeros discípulos, según Lucas 5: 1-11. Él les habla de la bencicencia y la fidelidad a Dios que ha de caracterizar sus vidas desde ese momento.

Comienza con una invitación, “Venid conmigo y os haré pescadores de hombres”. Jesús, por supuesto, estaba esperando que estos hombres encontraran un nuevo propósito en su vida. Él les estaba pidiendo que lo siguieran a él para enseñarles lo que era el amor de Dios y cómo vivir una vida consecuente con éste.

Jesús sigue diciendo que tienen la responsabilidad de servir al Señor y tomar la evangelización en serio. Les dice que compartan el mensaje de paz, amor, perdón y justicia, y también los llama a compartir su fe con otros.

Los primeros discípulos aprendieron mucho sobre lo que significa servir a Dios, también sobre la importancia de dedicar sus vidas al servicio de los demás. La lección principal para ellos era que el servicio a Dios no solo tiene sentido si se realiza con compasión y amor, sino también si se aplica paciencia y respeto para con otros.

Más que un mandato legalista o ético, Jesús empujó estos primeras discípulos a dedicar sus vidas al cumplimiento de la voluntad de Dios. Les pidió que involucraran su corazón y abandonaran todos aquellos aspectos de su vida anterior para guiar la nueva gracia y misericordia provenientes del cielo.

El pasaje bíblico de Lucas 5 nos relata la historia de cuando Jesús llamó a sus primeros discípulos. Él les explicó claramente cuales eran las señales de su vocación como seguidores del Reino de Dios.

Jesús les dijo: «No temáis; desde ahora seréis pescadores de hombres», se refirió al trabajo que debían desempeñar como mensajeros de su palabra. Esta palabra debe ser proclamada a la humanidad y el trabajo de los seguidores de Cristo consiste en hacer llegar ese mensaje.

Además, Jesús explicó que la vida de sus discípulos a partir de ese momento debía centrarse en servir a los demás. Están llamados a poner en práctica los valores evangélicos, tales como el amor, la misericordia, el perdón y la justicia. Deben comprometerse con los pobres, los marginados e incumplimentar las promesas dadas para tener una mejor vida.

Jesús transformó sus vidas con estas palabras y pidió que ellos mismos también transformaran al mundo. Ahora es nuestra tarea como cristianos, volver a recoger el mensaje de hace miles de años, para que estas virtudes sigan vivas en nuestras vidas.

En el Evangelio de Lucas, se cuenta la historia de cómo Jesús eligió a sus primeros discípulos. Aquí, el Señor les explica lo que deben hacer para seguir su llamado y dedicar su vida al servicio de Dios.

Cuando Jesús llamó a sus primeras seguidores, les dijo: «No teman; voy a enviarles como ovejas en medio de lobos. Así que tengan mucho cuidado y sean prudentes como las serpientes y sencillos como las palomas».

Jesús les explicó que no deben llevar nada consigo, ni alforja ni sandalias, y que entreguen sin reservas las posesiones materiales tal y como él había hecho. Además, les recomendó renunciar a los vínculos familiares, poner todo en manos de Dios y ver sus deseos humanos pasados como un recuerdo lejano.

En base a esta enseñanza de Jesús, nos damos cuenta de que un seguidor de Cristo no debe estar buscando constantemente bienestar material y comodidades terrenales. Al contrario, su vida debe ser guiada por el amor y la misericordia divina, más allá de la economía mundana. La satisfacción y bendición verdaderas deben venir del amor de Dios, la gratitud al Creador y el servicio a su prójimo.

Es importante aprender de este episodio bíblico para recordarnos que nuestra vida debe ser guiada por los principios de Jesús. Vivamos con amor incondicional hacia todos los seres humanos, perseveremos en nuestro servir a Dios desprendiéndonos del afán por el lucro material y sirvamos al Señor con corazones gratos e inquebrantables.

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